Réplicas de colectivos: el anhelo de niños y adultos

 



Artesana y emprendedora, así es Natalia Furrer. "El año pasado mi hermano le hizo un camioncito a mi nene como regalo y como mi viejo fue colectivero hace unos años, se me ocurrió hacer réplicas. Hicimos uno solo para probar y lo mostramos en la Expo Echeverría. Les gustó y empezamos despacio a tomar pedidos", cuenta en conversación con La Visión Alternativa.

Junto a su hermano arma réplicas de colectivos, un fetiche de varias generaciones. Las personas se interesan por sus productos artesanales. No compran solo de Monter Grande, ciudad donde vive actualmente, Natalia también tiene clientes de otros lugares: "Viene gente de Virrey del Pino y Capital", asegura la echeverriana. 

El Hospital Gandulfo la vio nacer, pero luego vivió su infancia a Esteban Echeverría. Después de un tiempo volvió a Villa Galicia es el lugar donde transitó la adolescencia, en pleno Temperley oeste. De joven transitó las calles de Meeks y estudió en el Instituto Lomas.  Sin embargo, cuando conoció a su marido, se casó y volvió a sus pagos originarios.


Furrer instala su stand cuando se le presenta una oportunidad en Paseo Dorrego y en la Expo Echeverría. Los últimos viernes y sábados colocó su puesto en la feria de Artesanos de Plaza Mitre. frente a la iglesia de Monte Grande. 

"Las Mil y un cajitas" está presente con sus colectivos, la madera cubre tanto el exterior, como el volante y los asientos. Los niños pueden usarlos como juguetes y deben comprar pilas para que funcionen sus luces. 

"También hice otro modelo que la parte de adelante es igual al colectivo de línea pero la de atrás es encerrada, y está todo pintado, se abre el techo tipo baúl, entonces los nenes pueden jugar y guardar. No son réplicas y miden 45 centímetros. En cambio, las réplicas tienen 55 centímetros de largo", detalla en la nota.

"En Echeverria piden el 505, en la Expo usamos una remera con el logo de ese colectivo. Las ramales más solicitados son el Santa Lucia y el Alem", afirma. Los clientes también apuntan al 318 y 518. Mientras que los apasionados del fútbol compran la réplica de la Scaloneta, el micro que transportó a los campeones del mundo.

La familia es un motor importante en su proyecto. Su hermano colabora en cada paso del armado. "Antes me ayudaba mi papá, pero luego se enfermó. Actualmente nos hace el acompañamiento de llevarnos y esperarnos". Cuando ve un 266 recuerda los días de chofer de su padre.  

"Para navidad estoy trabajando un montón. En un día pueden entrar un pedido de 5 o 6 colectivos", dice entusiasmada y con aire emprendedor. Por supuesto que esa veta no nació con las réplicas, ya hacia bandejas, costureros y planchitas. 









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