Escuela y legado

                                                

Por Diego Villarino

Pasaron 34 años del adiós a un símbolo. Miguel Ángel Peralta marcó tendencia dentro del rock nacional. Buen músico, poeta e innovador, logró un éxito rotundo con Los Abuelos de la Nada. Formó la banda en 1967 y hasta compartió grupo con Norberto Napolitano, más conocido como Pappo. En ese momento se cruzaron dos mundos, estilos diferenciados que no pudieron convivir mucho tiempo.
 
Miguel Abuelo se inició en el folklore y luego incursionó en el rock. Para nada cerrado musicalmente experimentó diversos géneros. Siempre con actitud arriba del escenario, rebelde y sin importarle el que dirán. Junto a Sumo, los Abuelos fueron los primeros argentinos en incursionar con el reggae, un estilo que vino de Jamaica, cuya vidriera fue Bob Marley. Nació en la tierra porteña de Munro un 21 de marzo del 46, pero no careció de diversidad y amplitud.

El líder carismático fue padrino mágico de Andrés Calamaro, lo sumó a la banda y lo lanzó a la cúspide. El estreno de Costumbres Argentinas fue el punto consagratorio de Andrelo, que aportó su voz en el Teatro Opera: "Tengo en la mano una carta para jugar el juego cuando quieras". Miguel confió en él y el joven de aquel entonces le devolvió el respaldo. Calamaro se lo agradeció cuando homenajeó a su mentor en el album Honestidad Brutal. "Dejaste gloria y regalaste historia, con tu compás gitano, me llevaste de la mano a la pequeña gloria de tocar con él, abuelo", escribió en una de las canciones. 

Miguel Abuelo con Andrés Calamaro

También seriamos injustos si no destacamos su influencia en la trayectoria de Cachorro López, un exitoso productor latinoamericano que potenció su carrera más adelante. El bajista volvió de España con Miguel y se integró a la nueva formación de los Abuelos, cuando todavía no era conocido en el público. La continuidad de aquel proyecto que comenzó en 1968 y que duró solo dos años, fue una realidad palpable.

Hace cinco días fue el aniversario de su natalicio, hoy recordamos su fallecimiento y somos conscientes que le dio mucho a nuestra música, dejó un legado difícil de reprochar. Todavía soñamos con verlo en La Perla y deseamos que grabe alguna canción que revolucione la vida. Muchas versiones giraron en torno a su muerte: De la versión oficial de un dolor de vesícula biliar al SIDA. Al día de hoy las explicaciones se multiplican, sin embargo, queda clara la inmortalidad de su sello.

Su carrera se desarrolló en una época convulsionada, entre gobiernos democráticos y dictaduras. El contexto de los 70 forzó su exilio, para luego volver en 1981. Un año después de la asunción de Raúl Alfonsín lanzó Himno de mi Corazón, una expresión de alegría y amor, pero también una declaración de libertad. Los mensajes del músico no fueron neutrales, es cuestión de profundizar en su obra. En su canción solista Americano, soy del Sur, escribió "No habrá paz sin verdad, ni amor si nobleza". En pleno 2022, ese anhelo sigue vigente.

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