La comida en Olivos disparó varias inquietudes


Después de las fotos grupales que circularon, la imagen presidencial transita por un período de inestabilidad. La comida en Olivos se produjo cuando transcurría el aislamiento preventivo y obligatorio. Del daño institucional a la misoginia.


Por Diego Villarino

La imagen del presidente Alberto Fernández sufrió un duro revés cuando se viralizaron las fotos de una comida en la Quinta de Olivos. Pero el análisis resulta inútil si no lo enmarcamos en un contexto. El mismo Gobierno que pedía responsabilidad en el confinamiento, no cumplió un acto ejemplar y quedó expuesto ante una sociedad que sufrió los embates de la pandemia,  muchos no pudieron despedirse de sus familiares, sin dejar de lado que se violó un Decreto de Necesidad y Urgencia. Como nunca antes, políticos y medios de ambos bandos encontraron un punto en común.

El 19 de marzo de 2020 la sociedad y los principales diarios coincidieron en unirse y vencer al virus. Sin embargo, las crispaciones no tardaron en llegar. El debate en torno a la presencialidad escolar, las dudas sobre el aislamiento prolongado y la demora en el acuerdo con Pfizer, agitaron las aguas. La polarización se impuso una vez más. Después llegó la polémica por el denominado vacunatorio vip, donde una serie de personalidades accedieron con privilegios a las vacunas contra el coronavirus.

Cuando parecía que el Gobierno Nacional le sacaba provecho a la campaña electoral, por las duras internas en Juntos por el Cambio, salieron a la luz una serie de acontecimientos que se dieron en la quinta presidencial: Una lista de celebridades fueron a visitar al mandatario en plena pandemia, aunque la polémica tomó una dimensión mayor con las fotos virales del cumpleaños de Fabiola Yáñez, que se llevó a cabo el 14 de junio del año pasado.


Curiosamente políticos de diferentes posiciones, compartieron en la gravedad del hecho, aún con matices. Miembros de la oposición planean realizar un juicio político y el oficialismo reconoció lo ocurrido. A pesar de admitirlo, la reacción del Gobierno fue moderada. El Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, se refirió a un "descuido" que significó un "error y estuvo mal". Mientras que el presidente solo expresó su "lamento", sin una disculpa contundente. 

Además, la misoginia, que no discrimina partidos, apareció de imprevisto y se profundizó en el debate social. Ya no bastaba con las declaraciones de los opositores Fernando Iglesias y Waldo Wolff que atentaron contra la condición de mujer de Florencia Peña. Esta semana fue una cuestión oficialista: En un acto en Olavarría el mandatario nacional le atribuyó la responsabilidad a su esposa. Con anterioridad, Aníbal Fernández planteó de forma cruda y repudiable: "La complicación la quieren poner porque la señora hizo una comida que puede ser criticable. ¿Qué va a hacer el marido, cagarla a palos?". 

El destape de la comida, puso la lupa en la irresponsabilidad presidencial, la imagen institucional y el rechazo a la mujer. Por eso hablamos de un mar de turbulencias y de una acción innecesaria del oficialismo, porque más grave que la foto, es el evento. A un mes de las PASO, el panorama es inquietante.


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