Dentro de la tradición lingüistica está la obra de Valentín Volóshinov, un pensador que enriquece el debate referido a la interacción verbal. Cuál es la importancia de los mensajes circundantes en la conformación de la opinión.
Por Diego Villarino
Por Diego Villarino
El ruso criticó la corriente del subjetivismo individualista, surgida con el Renacimiento. Esa concepción planteó que el centro creativo y organizativo se encontraba en el interior. Se basó en la autoexpresión del hablante, en la conciencia individual con sus intenciones, impulsos y gustos. Por el contrario, Volóshinov sostuvo que el enunciado se construye entre dos personas socialmente organizadas. La palabra está orientada a un interlocutor y a su condición.
Durante su carrera destacó la injerencia del signo ideológico que transporta la información del contexto socio histórico. El signo es neutro y vacío pero es moldeable e influenciable, se adapta al tejido social y se carga ideológicamente. Dicho signo se tiñe de lo ideológico cuando se inserta en el enunciado. En el entorno social, como el ámbito familiar, amistoso o laboral, se crean nuevos signos, actitudes o reacciones. La interacción verbal concreta se cumple en uno o más enunciados. Según el intelectual Mijaíl Bajtín el enunciado es la palabra contextualizada y construye puntos de vista, no se concibe de manera aislada. Lo que enuncio es parte de una cadena enunciativa previa.
En definitiva, el mundo interior está moldeado por las condiciones sociales, históricas e ideológicas. Todas las instancias de la vida tienen un peso trascendente, por ellas circulan los signos ideológicos. Las instituciones y los lazos humanos marcan una huella. Por eso es difícil pensar que somos personas autónomas. Nuestras palabras están cargadas de significados circundantes. La conciencia es hablada por los signos y eso repercute en nuestros pensamientos y acciones. Basta con sentarse en una mesa de café y escuchar lugares comunes que se repiten.
Sobre Valentín Volóshinov
Valentín Volóshinov nació en San Petersburgo, Rusia, en 1895 y murió de tuberculosis en 1936. Perteneció a la elite intelectual que se agrupó bajo el nombre de Círculo de Bajtín. Discípulo de Mijaíl Bajtín en la década del '20, Volóshinov confrontó con las ideas de Ferdinand de Saussure. Entre sus libros están "El marxismo y la filosofía del lenguaje", "Freudismo: un bosquejo crítico" y "El discurso en la vida y el discurso en la poesía".
Durante su carrera destacó la injerencia del signo ideológico que transporta la información del contexto socio histórico. El signo es neutro y vacío pero es moldeable e influenciable, se adapta al tejido social y se carga ideológicamente. Dicho signo se tiñe de lo ideológico cuando se inserta en el enunciado. En el entorno social, como el ámbito familiar, amistoso o laboral, se crean nuevos signos, actitudes o reacciones. La interacción verbal concreta se cumple en uno o más enunciados. Según el intelectual Mijaíl Bajtín el enunciado es la palabra contextualizada y construye puntos de vista, no se concibe de manera aislada. Lo que enuncio es parte de una cadena enunciativa previa.
En definitiva, el mundo interior está moldeado por las condiciones sociales, históricas e ideológicas. Todas las instancias de la vida tienen un peso trascendente, por ellas circulan los signos ideológicos. Las instituciones y los lazos humanos marcan una huella. Por eso es difícil pensar que somos personas autónomas. Nuestras palabras están cargadas de significados circundantes. La conciencia es hablada por los signos y eso repercute en nuestros pensamientos y acciones. Basta con sentarse en una mesa de café y escuchar lugares comunes que se repiten.