Lomas de Zamora, corazón de los Derechos Humanos y sitio de políticas de la Memoria. A una cuadra de la Plaza Grigera , un viejo punto de reuniones de Madres, hay una YPF en Yrigoyen y Rivera, allí donde pasa el 51 pero también se producen charlas vespertinas.
Daniel Prassel entra con la reflexividad como guía. Servido el café y las medialunas, esboza sus principales preocupaciones como ciudadano e integrante de la Mesa del Ex Pozo de Banfield. Las diversidades se ponen en la mesa, la necesidad de ampliar la discusión sobre Derechos Humanos es real.
"Como municipio y espacio político, insistimos con tres ideas: la primera en las nuevas narrativas de memoria, como contamos que paso en clave actual, la pelea por nuevos derechos como el ambiente, los derechos de género y las nuevas juventudes. En segundo lugar, hay que educar en derechos humanos, no importa que labures, la temática tiene que estar presente. Podes trabajar en un sindicato, comercio o empresa puede haber un área de Derechos Humanos, que hasta puede supervisar que se cumplan. La tercera es la agenda integral de derechos, que que son los derechos humanos en la actualidad. El derechos a la libertad de expresión, a la seguridad ciudadana", precisa. Su cara no disimula sentimientos de malestar y desazón. La intolerancia hacia el distinto afecta sus fibras intimas.
"El Gobierno lleva a cabo un desfinanciamiento de las políticas de derechos de la Memoria, el desfinanciamiento de áreas del organismo y un discurso filosófico desde lo simbólico que atenta contra la realidad histórica", lamenta.
Los aprietes y exposiciones lo preocupan. Daniel Prassel plantea los problemas de la comunicación humana, porque todo es un problema de esa índole. ¿La libertad tiene que coexistir con la estigmatización y el agravio?. Pienso en el ataque a los artistas populares, a las personas que se comprometen con alguna causa. El diferente es estigmatizarlo en algún sentido, en el tiempo sostenido genera que el odio gane espacio", ejemplifica con cara preocupada y miles de interrogantes en su cabeza.
El día y vuelta toma su pulso, los tema salen como flechas. El funcionario lomense afirma que el Gobierno nacional "nos esta empujando de prepo a la xenofobia y al racismo". Emerge la importancia de construir conciencia, abrir surcos de participación y encontrar puntos de contacto.
"Hay que entender que todos somos importantes en el proceso y desmitificar que el militante político tiene las respuestas. Todos tenemos la responsabilidad de denunciar lo que está mal y reafirmar lo que está bien. No hay que seguir defendiendo lo indefendible, no hay resignarse a vivir", explica con una mueca proyectiva, con un aire de esperanza.
"Nos formamos como país con la sangre de muchos pueblos migrantes, personas que debieron emigrar a su nacionalidad de origen, eso nos convierte en una potencia sociocultural imparable, tenemos todo lo mejor de esas razas que confluyen en nuestro territorio. Hay que estar orgulloso de ser un país receptor de colectividades", remarca.
El lugar es familiar y los pasos desde la estación de Lomas vuelven a repetirse, como tantas cosas en la vida, pero mas allá de Prassel y el entrevistador, el resto de la figuras no repiten presencia, ni siquiera la escena es la misma.
"La xenofobia y el racismo se instalaron por lo medios hegemónicos y por prejuicio nuestro. Enseguida encasillamos al inmigrante en un rubro determinado. hay que romper con la mirada eurocentrista", continúa al terminar su infusión.
Sin embargo, queda tela para cortar. Discutir la violencia está subrayado en su agenda. El funcionario hace un llamado a entender que la inmigración cambió: en el último tiempo vinieron personas de Latinoamérica, de "nuestra patria grande". "Gracias a los inmigrantes construimos nuestro pueblo. gastan plata, producen riqueza y pagan impuestos. Contribuyen a la economía de todos y todas. Yo le preguntaría a un comerciante sino aceptan la plata de extranjeros. Hay una sola raza, la humana", señala.
Los avances conviven con los retrocesos. Algunos senadores visitaron a genocidas en el penal de Ezeiza. Las políticas del nunca más se ven desafiadas por oscuras maniobras. La represión a jubilados no conoce edades ni causas nobles. El aparato puede más.
El pensamiento único encuentra su lugar, se cuela en la rutina. La mirada despectiva hacia el otro, se hace carne. "En tiempos de todos contra todos", diría Fito Páez. Prassel es consciente de eso, su llamado de atención es una muestra. La gratitud de compartir logros y brindar apoyo en las desgracias, brillan por su ausencia. No obstante, el funcionario entendió todo y dejó más de un mensaje.