Las mesas se regocijan de la risa mientras los mozos sirven los pedidos. Cada expresión en el escenario coincide con una mueca espectadora. ¿Qué diría el Flaco Spinetta si se enteraba que suena Cheques? . ¿Qué expresión tendría Charly con la interpretación de Necesito tu amor?. La hamburguesa en la boca, el trago de fernet, el ensamblaje de las piezas, todo ocurre en un terreno armonioso. Los movimientos, combatientes del frio, coordinan con los gestos.
"Mariano, uno de los chicos, dijo que se ocupaba del elenco musical Entonces juntó al grupo que hoy en día es la banda. Es todo un conjunto de cosas. ningún pequeño fallo nos va a bajar de la felicidad", Agustín Casais, una de las mentes maestras de LémurArte.
El escenario se transforma en un terreno fértil de creatividad colectiva. La vida está plasmada en la obra: los desamores y la comedia son socias en la actuación. Los camarines y los ensayos estimulan la práctica, sin olvidar que la producción guía el camino. Dandelion es un escenario para luces estimulantes. Los cortometrajes ensamblan una y otra vez con la actuación.
La etimología de orquesta indica que procede del griego orchêstra, que significa zona para bailar. Un baile participativo, donde todos los integrantes asumen tareas, un baile solidario, de aquellos motivadores. LémurArte es un Café Concert, no una orquesta clásica, pero nadie se enojaría si se presta a la confusión.
"El Café Concert es el único lugar donde nunca sobra gente, creo yo, siempre una mano extra es necesaria, es un tipo de teatro veloz. Tenes que mantener expectante al público. Es mucho el cálculo entre el armado de escena a escena,. Es ver que la gente no este dispersa. Si es así, nos pegamos un chiflido", resalta el productor Casais.
Un espectáculo en pleno invierno que amerita la fila previa, un goce espectador y una satisfacción cultural. Talento de dos horas y monedas, el tiempo es tirano para que el quiere disfrutar.