Sobre merecimientos y sufrimientos




Por Diego Villarino

Merecimientos y resultados no siempre van de la mano. La historia del fútbol está de testigo. No hay estilos de juegos ideales. La suerte incide, los rivales juegan y los nervios pueden ser cruciales. Argentina fue un ejemplo de superar malos tragos y sobreponerse a infortunios. En el recorrido de los partidos fue superior a todos sus rivales, incluso a Arabia Saudita. Tres tantos anulados en la etapa inicial y dos goles del rival en ocho minutos, fueron un mazazo a la aspiraciones iniciales. En aquel complemento, la Albiceleste careció de inteligencia para acceder a las entrañas de la defensa árabe.

El primer tiempo con México fue una continuidad que preocupó en el estadio y en cada rincón. La ansiedad, los miedos, todo entró en juego. Pero el golazo de Messi desenredó el nudo. A partir de ese momento prevalecieron los dotes del equipo. La paciencia se transformó en una virtud para sortear las defensas de México y Polonia. Contrincantes que se cerraron a defender el resultado, producto del respeto que impone Argentina con la posesión del balón y la técnica de sus jugadores.

Messi coronó con la formalidad del título, su  actuación sobresaliente. Algunos lo tildaron de Maradoneano, pero en realidad fue Messista, una combinación de la Pulga de los 20 y el cerebro del PSG. Cada contexto es diferente, cada estilo tiene su huella. Resulta difícil entender por qué se recurre a la comparación frecuente. El Diez asistió, convirtió goles desde afuera del área y marco casi todos los penales que ejecutó, salvo el  tiro tapado por Wojciech Szczesny. Hasta sacó a pasear a Gvardiol. Sí, eludió a un joven de 20 años. De yapa marcó en una final.


No hay aplazados en este equipo. Los 23 jugadores de campo tuvieron la oportunidad de sumar minutos, un dato de color que no debería ser intranscendente. El factor de lo grupal contribuyó en la cuestión mental y futbolística. Emiliano Martínez, casi sin culpa en los goles, sufrió tantos con pocas llegas en contra, y aun así salvo al equipo en momentos cruciales. Los atajadones ante Australia y Francia, (esa última le daba el título al equipo europeo) los penales, los centros descolgados con total seguridad. Todos retratos del mejor arquero del Mundial.

Scaloni fue artífice junto a Aimar, Samuel y Ayala de este sueño. El deportes les dio revancha con la selección mayor. No como jugadores pero sí desde la docencia, el ejemplo y la motivación. ¿Recuerdan la frustración del 2002 o la derrota agónica, obra de Dennis Bergkamp en el 98?. Y si hablamos de estos referentes, es imperioso destacar el trabajo de José Pekerman en los juveniles, formador de estos ex futbolista, si bien el ciclo culminó hace años. Un legado inclaudicable.

El DT puso línea de 4 y 5 según las circunstancias y el rival. No apto para fundamentalistas. Molina Lucero, con tanto incluido a Países Bajos, hizo un gran mundial. Las proyecciones de él y Marcos Acuña fueron una daga, un arma ofensiva. No obstante, Tagliafico de perfil más defensivo, mostró una gran cara contra Croacia y Francia. También profesional y bien ubicado tácticamente. Aunque fue mirado con cautela por su poca vocación proyectiva, disipó dudas gracias a sus actuaciones. Montiel el que menos rindió de los cuatro laterales, concretó el penal del triunfo y pudo sacarse el peso de la mano cometida en el tiempo extra. Otamendi, pese al error del penal con Francia, fue la voz de la zaga en el juego aéreo y terrestre. A los 34 años cristalizó en la cancha su experiencia. Duro y áspero para los rivales, difícil de pasar en el mano a mano, la muralla del torneo junto a Cristian "Cuti" Romero que no tuvo el mejor debut, sin embargo, se sobrepuso como lo hizo el plantel en diversos momentos.


La causa grupal fue el eje en común de toda la conquista. Los cambios que hizo el entrenador no afectaron la armonía. Todo lo contrario. Leo Paredes y Lautaro Martínez fueron dos casos. El florecimiento de Enzo Fernández se impuso por naturalidad, coronado como la revelación juvenil y autor de un golazo a México. Un mediocampista que juega aún mejor, cuando se suelta y esta cerca de los delanteros, tal cual lo demostró en algunos pasajes. Julián Álvarez reemplazó al Toro a partir del segundo partido y en su primer copa del mundo marcó cuatro goles, una ratificación de lso elogios de Guardiola y del trabajp que llevo adelante Marcleo Gallardo en el primer equipo de River. Molesto y amenazante para los defensores. Delantero y primer defensor, el que mejor entiende para qué funciona la presión en la salida.

Nadie se imaginaba una final con esa adrenalina, ni siquiera los dramáticos. Pero se impuso la Justicia. Argentina es la justa campeona, con su fútbol y su fortaleza mental. Durante 75 minutos dominó a una Francia desorientada. Tan así que el DT Deschamps sacó a dos de sus jugadores titulares: Oliver Giroud y Ousmane Dembélé, quienes nos habían incidido en el juego. Las virtudes de Argentina se potenciaron a mil en el partido decisivo. Lio Scaloni sorprendió con Di María de entrada y Fideo le respondió con desequilibrio constante en el andarivel izquierdo, una posición que también sorprendió. El ojo clínico del DT fue una de las virtudes en este mundial. El mismo ojo que colocó a Alexis Mac Allister, uno de los jugadores más destacados, silencioso pero de menor a mayor. Su mejor partido fue ante el defensor del título y en una final. A veces el fútbol es ingrato, pero en otras ocasiones entrega el premio merecido. 70 minutos de alto vuelo y 120 de entrega. El sufrimiento se cruzó en el camino, de forma sorpresiva. "Dibu" puso sus manos y gritamos campeones. 

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