Día Mundial de la Libertad de Prensa: actores sociales y contrapesos

Por Diego Villarino

El 1 de mayo el Gordo Dan pidió al presidente Javier Milei que "meta preso a algún periodista por decreto, como hizo Alfonsín”, haciendo referencia a lo ocurrido en octubre de 1985. Señal de tiempos controversiales. El periodismo se transformó en chivo expiatorio así como ocurrió con otros gobiernos. En el Dia Mundial de la Libertad de Prensa, hay malos indicios. Déjà vu e intolerancia.

El mismo sector del periodismo que favoreció al actual oficialismo, hoy se ve atacado. Las heridas están al descubierto. No hay censura explicita, pero sí visibles ofensivas. En ese marco, se plantean varias discusiones.

El oficialismo sostuvo que el mandatario tiene derecho a refutar opiniones y denunciar calumnias. El planteo es razonable. El periodismo no es un libro de verdades irrefutables. El periodismo también puede ser operador, falaz y detractor. Sin embargo, no hay generalidad posible. No hay un periodismo, cada periodista es único e irrepetible. También hay periodistas profesionales que hacen bien su trabajo.

En ese sentido, se abre otro hilo. hacer bien el trabajo no es coincidir con el poder de turno. Es tener una visión critica: respaldar lo que esta bien y cuestionar lo criticable. Tampoco es saludable el amiguismo. Por ejemplo, la relación entre Javier Milei y Alejandro Fantino o las cenas en Olivos con periodistas famosos.

El jefe de Estado aclaró que molesta el agravio y la calumnia, no la critica. No obstante. dijo en su momento que "la gente no odia lo suficiente a los periodistas". Más atrás podemos encontrar expresiones como "mandriles" o "ensobrados". 

Más que el presidente, preocupa el entorno. El asesor Santiago Caputo protagonizó un episodio intimidatorio. Primero tapó la cámara del fotógrafo que lo estaba retratando. Luego, tomó su credencial de prensa para ver su nombre y le sacó una foto con su celular. Esto sumando a lo expresado en el primer párrafo, la publicación del Gordo Dan.

El circulo es cerrado por una narrativa anti medios tradicionales. Así como funcionó con los políticos clásicos, el discurso, ahora, apunta a los comunicadores. A contrapeso, el oficialismo instaló el relato pro medios digitales, la "panacea" de la libertad expresiva. A propósito, el influencer santiagueño proviene de ese ámbito.

La transparencia y la ética de un medio dependen de su uso, no del formato. Hay periodistas tradicionales y no tradicionales valiosos.

También se puso en discusión el tema de la pauta. El oficialismo expresó que los medios están enojados por la suspensión de la pauta. No obstante, lo que molesta es la critica. Por supuesto que hay periodistas malaleches, pero no son la mayoría. Es saludable que la sociedad cuestione el trabajo periodístico, tampoco está mal que el presidente se pueda defender. Pero eso debe estar acompañado de una visión critica y constructiva.

Hace poco el Baby Etchecopar habló de rumores de censura. Eso no está comprobado, sí son reales las actitudes del Gordo Dan y Santiago Caputo. También son palpables las expresiones de Javier Milei, que es intolerante con las visiones disidentes: "zurdos", "ignorantes" y "brutos" integran la lista de jergas preferidas. Es hora de bajar la espuma. así como el periodismo debe ser ético y no recurrir a calumnias, el gobierno debe medir sus palabras. La tolerancia y el respeto mejoran la democracia. 




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