Vivir y sentir







Los partidos de la selección argentina generan adrenalina. Se sienten, se viven dentro y fuera de la cancha. Se sufren más de la cuenta, aún sin merecerlo, pero son condimentos exclusivos del fútbol. Pasó con Australia y ahora con Países Bajos. Los futbolistas fabricaron jugadas para sentenciar las definiciones. Por impericia en la puntería y por mala suerte, muchas de esas maniobras no se cristalizaron en gol. Los contratiempos no lastimaron. Ímpetu, fortaleza o cómo quieran llamarlo, es unos los grandes méritos del plantel y uno de los retos de la vida diaria para cualquier ciudadano.

"Habría que tener un poco más de sentido común y pensar que es sólo un partido de fútbol. Parece que nos jugamos más que eso. Eso mismo sienten los jugadores en la cancha. Es difícil hacer entender a la gente que mañana sale el sol se gane o se pierda", confesó Lionel Scaloni después del partido con México. Para algún desprevenido podría tratarse solo de una critica hacia afuera, sin embargo, también es una mirada interior. El cuerpo técnico vive los partidos en carne propia. Los ojos inundados de Pablo Aimar en el banco de suplentes, el respaldo del DT, las emociones extremas, muecas de desahogo que pintan de cuerpo y alma las complejidad de la situación. Los nervios acecharon y las piernas no dieron abasto en el primer tiempo, eso es cierto. Basto con un gol de Messi para destrabar el nudo emocional.

Cuando los rivales llegan poco y convierten, el arquero queda en el ojo de al tormenta. En ese marco, Dibu levantó la frente, mostró los guantes y hasta admitió que recurre a terapias psicológicas, un tema que por suerte ya no es tabú: ""Hoy después del segundo gol casi me largo a llorar. Yo juego siempre con presión. Juego en la mejor liga del mundo, jugué Copa América, jugué Finalissima en Wembley. Todo muy sentimental, pero hoy fue todo muy emotivo. Sufrí mucho estos tres días, hablando mucho con mi psicólogo porque la verdad que me pateen dos veces y me metan dos goles es difícil de tragar. Sé que tengo a 45.000.000 de argentinos atrás mío y les podría haber dado más ese partido, pero hoy demostramos que estamos para pelear”.

Las exigencias de la alta competencia presionan, condicionan y causan sensaciones. Sin tener en cuenta otro factor: En una Copa de Mundo que se juega en el epílogo del año, el estado físico y las emociones se entrecruzan con mayor contundencia. El trabajo mental es indispensable para vivir y sentir. Lo individual y grupal se unen en pos de un objetivo: En octavos, los jugadores fueron a buscar al Dibu cuando tapó la última contra Australia y por supuesto festejaron con fuerza cuando avanzaron a semifinales.

Es una solo un partido de fútbol dirán algunos. Pero la magnitud que genera es incuestionable. El fútbol se mete en la política, en las instituciones, en los sueños y en los estados de animo. El fútbol también es pica. Así lo vivieron los jugadores de Argentina y Países Bajos, con el hasta ayer DT Loius Van Gaal, en el centro de la escena por cuestionar a figuras como Messi, Di María y Riquelme. El Topo Gigio y el "Qué mirás bobo? Andá para allá, bobo" reflejan la personalidad del Diez, que muchos pedían. ¿Ahora la van a cuestionar? 

La fuerza mental del equipo desplegó rastros en el trascurso de toda la competencia: Un nivel colectivo que no es solo técnico. De esa manera, el equipo se sobrepuso a una derrota dura con Arabia Saudita y hasta relució su temperamento luego del empate inesperado de Países Bajos, una situación que podría ser complicada para otro plantel. Si hablamos de merecimientos Argentina lo pudo haber ganado en los 120 minutos. La pelota no entró y eso no desmoronó a Dibu y compañía en la tanda de penales.

En otro plano, los hinchas padecen los partidos: en la Ciudad de Buenos Aires, en cada rincón del conurbano o en las provincias del interior. Previas  y vivencias cargadas de cábalas, ansias, deseos de victoria y banderazos. Es el mundial del furor: La misma Bangladesh se colmó de apoyo Albiceleste, sumado a los miles de Argentinos que viajaron a Qatar. En la cancha hay un equipo que los representa, mas allá de cualquier resultado, un equipo que representa la vida misma: los obstáculos, el compañerismo y las respuestas mentales. "Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar", fue una consigna que recorrió todo el torneo. No, no es presión, es un respaldo popular, fruto de un sentido de pertenencia que se construyó desde lo emocional, siempre avalado por un sustento futbolístico. 




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